domingo, 21 de noviembre de 2010

Una catetilla en Madrid

Dársenas sótano
Las palabras que a continuación voy a escribir están redactadas en servilletas de papel el sábado por la noche sobre las 23.oo.

"Ahora mismo estoy en la estación del Sur de Madrid, de vuelta a casa. Llegué hace apenas un par de horas y ya me voy. 
La verdad, esta ciudad consigue que me sienta ridícula, insignificante y... si, una cateta de tomo y lomo. Al principio no sabía dónde ir (la primera vez... esta es mi segunda) e incluso tengo miedo a preguntar (quién me lo iba a decir). Voy con los ojos muy abiertos para no perderme y saber volver sin tener que preguntar a nadie. 

Cuando he bajado de la alsina aquello parecía El Magrheb (ya se ha terminado la fiesta del cordero y por eso había tantos marroquíes allí).Pero una vez iba subiendo las escaleras mecánicas (gracias a Dios que eran mecánicas) el panorama iba cambiando. Personas de todas las nacionalidades. He tenido que preguntar a un vigilante con pinta de Ultra Sur que dónde se cogía el Tren para Alcorcón (no se por qué me he confundido y he dicho yo Alarcón) y me ha respondido amablemente. Allí todos los vigilantes parecen recién salidos de las tropas nazis. Por lo que pudiera pasar he comprado el billete de vuelta y nada, a Alcorcón. 

De vuelta no he tenido problemas, incluso me he puesto a mirar a la gente del tren, eso si, sin perder de vista las paradas. Tampoco es tan complicado pero el miedo a perderme preexiste. 

A la espera he ido a cenar al Kebac que hay frente a la estación y he vuelto. Ahora estoy escribiendo estas palabrejas... 

La verdad que esta no es mi ciudad y me siento extranjera y eso que a ojo de buen cubero diría que un 70 % de los que estamos aquí son extranjero de verdad. Pero repito que no me encuentro bien, será porque el lugar no es conocido para mi o no se... me llego a sentir inculta, quizá por eso no quiero preguntar.

Hay gente con muchas maletas, gente durmiendo (se va a descoyuntar un tío, ya verás cuando se despierte), gente leyendo, estudiando, recargando el móvil (porque aquí hay un máquina que carga la batería de los móviles, jijiji), gente mirando a otra gente, gente escribiendo a la vez que observa (yo), gente que habla por teléfono, gente que pregunta a otra gente (están más des orientados que yo), gente que llega, gente que se va, que sube, que baja... pero sobre todo gente que espera.

A esta ciudad le tengo respeto (por no decir miedo) y teniendo en cuenta que visito con frecuencia Tanger que está en otro continente y se habla otro idioma, y allí me siento como en Graná... no se, no se... 

Es curioso el montón de pensamientos que habrá ahora mismo purulando por la estación, palabras en un montón de idiomas...

Soy Chanera, Granaína, andaluza y es evidente, mi acento me delata. No logro pasar desapercibida, claro, que tampoco lo escondo (ni quiero). Hay gente pa tó, mu rara (acaba de pasar una señora con un pantalón verde fosforito con un sombrero estilo barriero)... por cierto que el tío que estaba dormido ya se ha despertado y parece estar bien...

(....)

Ahora estoy montada en el bus de vuelta dirección a mi casa, a mi Graná, con su Alhambra, su Sierra, con su "detrás del hipercor", con su Chana y sus tapillas, con su mala follá... con lo bueno y con lo malo yo amo a mi Graná... ¡Ya voyyyyyyyyyyyyy!

Y todas estas palabrejas para saber que echo de menos a mi ciudad... ayssss!

5 comentarios:

Unknown dijo...

Por fin!!!

Anónimo dijo...

La típica aventurilla de las primeras veces en una gran ciudad... :)

Ya te tengo agregada a mi blog.

Saludos granaínos

María Martín dijo...

Jejejeje, siiii Rafffffica, he vuelto!

Albertico (así llamo a mi hermano) Madrid no es mi ciudad, y he estado en cuidades más grandes... pero nada, es que ahí no encajo..


Saludos Nazaríes!

Toni Sagrel dijo...

Madrid es algo más que una ciudad, algo más que nuestra capital. Madrid es una enorme confluencia de culturas y personas muy diferentes. Quizás por ello, esa sensación tan extraña.

En Graná, afortunadamente, las personas -y de diversas procedencias- que la vivimos, nos mezclamos y amoldamos en una sola cultura.
Por eso, somos diferentes. No sé si mejores, pero sí diferentes.

Saludos.

María Martín dijo...

Hombre sabioooo! Gracias por tu visita, siempre encantadora.